Pensar demasiado: introducción
La mayoría de la gente está familiarizada con «el pensador«, que es la estatua icónica de un hombre en profunda concentración. Nos preguntamos si está contemplando una simple tarea o debatiendo una decisión que cambie su vida. Tal vez sea uno de los innumerables ejemplos de un pensador excesivo plagado de preocupaciones.
El pensamiento y el razonamiento avanzados son dos de las habilidades que nos separan del reino animal. Necesitas tus procesos de pensamiento para la autopreservación y la calidad de vida. Pero cuando empiezas a cuestionarte a ti mismo y el pensar demasiado se apodera de tu vida, se convierte en un problema grave.
Es normal salir de viaje y de repente preguntarse si has apagado la calefacción o cerrado todas las puertas y ventanas. ¿Alguna vez has vuelto a la casa para volver a revisar todo y tranquilizarte? No eres el único que lo hace.
Fiodor Dostoievski, el famoso novelista ruso, dijo una vez que pensar demasiado es como una enfermedad, y estaba en el camino correcto. El exceso de pensamiento crónico suele ser uno de los principales síntomas de la ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo o TOC. Los profesionales de la salud mental dicen que estos trastornos pueden ser desde leves hasta debilitantes.
HÁBITOS DE UN PENSADOR EXCESIVO:
¿Alguna vez te han dicho que piensas demasiado? Mientras que la capacidad de razonamiento crítico puede hacer avanzar tus conocimientos y enseñarte cosas nuevas, pensar demasiado puede paralizar tu vida. Si eres un pensador excesivo, la preocupación constante puede erosionar tu autoconfianza.
Cuando dudas crónicamente de ti mismo y cuestionas cada decisión que tomas, puede arruinar incluso las experiencias más agradables. Con el tiempo, pensar demasiado puede llevarte a la depresión y al pesimismo, lo que puede agriar las relaciones con los amigos y los seres queridos. Cuanto más pienses en exceso, menos podrás relajarte y disfrutar de nada.
No hay que dejar que estos patrones de pensamiento negativo se conviertan en condiciones mentales más graves. Una vez que reconoces que tienes un problema, has dado el primer paso hacia una solución. Si tienes algunos de estos 15 hábitos, puedes ser un pensador exagerado.
1. ERES UN PERFECCIONISTA
Mientras que la mayoría de la gente trata de hacer lo mejor en lo que sea, los perfeccionistas quieren aún más. A menudo ponen expectativas poco realistas en ellos mismos y en los demás. Desafortunadamente, estas personas tienen dificultades para hacer las cosas porque exigen perfección.
¿Este es un escenario familiar para ti?
Si eres un perfeccionista, cualquier cosa que hagas te pone al límite, y nunca puedes estar satisfecho con los resultados. Tus exigencias irrazonables pueden poner en tensión las relaciones en el trabajo o en casa.
2. TIENES DIFICULTAD PARA PRIORIZAR
Alguien observó sabiamente que si hacemos de todo una prioridad, entonces nada es importante. ¿Ha estado alguna vez rodeado de gente que está en una lucha continua por las cosas más pequeñas? Estos dramaturgos suelen estar tan envueltos en asuntos triviales que los más urgentes son barridos bajo la alfombra.
Cuando eres un pensador, tu habilidad para priorizar las tareas y problemas se ve obstaculizada. Puede que te sientas tan abrumado con los acontecimientos diarios que no puedas luchar por mantenerte a flote. Puedes sentir que tu energía se agota porque a menudo la usas toda en cosas que no importan.
3. A MENUDO TE SIENTES PARANOICO
¿Recuerdas aquel cuento que advertía que si te pitaban los oídos, es que alguien estaba hablando de ti? Aunque probablemente desestimes este dicho como absurdo, puede que aún pienses que la gente te está insultando a tus espaldas. La paranoia puede distorsionar tu sentido de la realidad y hacerte desconfiar de todos los que te rodean.
4. GUARDAS RENCOR
Desde la Edad Media, perdonar y olvidar se ha considerado una virtud. Aunque no puedes olvidar las ofensas, tienes el poder de perdonar al infractor. O, tal vez eres una persona que rumia sobre heridas pasadas y guarda rencor como reivindicación.
Para el que elige pensar demasiado, los eventos hirientes del pasado juegan en un bucle continuo en su cerebro. Cuando te aferras a un rencor, cada recuerdo mantiene la herida abierta y dolorida. Sólo cuando puedes centrarte en el perdón puedes superar el dolor y entrar en la curación.
5. PASAS MÁS TIEMPO PENSANDO QUE HACIENDO
¿Alguna vez has visto a un perro perseguir su cola? Puede intentar correr más rápido, pero termina yendo en círculos, y sus esfuerzos son en vano. Tales son los esfuerzos de las personas que están tan ocupadas pensando que no consiguen nada.
Si eres como un perro que gira buscando la cola, tus sentimientos de perfeccionismo y la pérdida de prioridad añaden combustible al fuego. Por supuesto, debes planear y tomar decisiones sabias. Sin embargo, debes aprender a confiar en tus decisiones y actuar en consecuencia, incluso si cometes errores en el camino.
6. TE GUSTA TOCAR TU PROPIO CUERNO
Los que piensan demasiado a menudo tienen su ego envuelto en sus procesos de pensamiento sesgados. Aunque el egoísta parece tener mucha confianza en sí mismo, es una artimaña destinada a ocultar la baja autoestima. Para continuar con esta ilusión, estas personas sienten la necesidad de exagerar sus logros.
No hay nada malo en estar orgulloso de un trabajo bien hecho, y no hay que sentirse culpable para aceptar elogios de los demás. Sin embargo, tus logros deberían impulsarte a hacer más en lugar de sólo deleitarte con lo que has hecho en el pasado. Pensar demasiado en el éxito no lo garantiza en el futuro.
7. ANALIZAS CONSTANTEMENTE LO QUE DICEN LOS DEMÁS
Parte de ser un oyente hábil es pensar en lo que la otra persona te está diciendo. Esto mejora tu comunicación, y hay menos posibilidades de que haya un malentendido. Sin embargo, te haces un flaco favor a ti mismo y a los demás cuando analizas cada palabra con paranoia.
Puede que te pierdas una conversación fructífera si estás siempre diseccionando cada frase, buscando un significado oculto. Cuando eres demasiado crítico y desconfiado, a menudo asumes que la gente habla mal de ti o se burla de ti en su conversación. Si esto continúa, puedes dejar de interactuar con otros y quedarte aislado.
8. ERES UN PESIMISTA (¡RASGO CLÁSICO DE LOS SOBREPENSADORES!)
Observando los patrones climáticos, te das cuenta de que no todos los días pueden ser gloriosamente soleados. De la misma manera, no es realista pensar que cada situación de tu vida será positiva. Se necesita tanto el sol como la lluvia para que la tierra florezca, y lo mismo ocurre con la vida.
Sin embargo, este principio no nos da licencia para ser negativos en todo. En lugar de aprender y crecer de las heridas y decepciones del pasado, algunas personas se amargarán. ¿Te has convertido sin saberlo en un pesimista y asumes lo peor?
9. ESTÁS IMPACIENTE CON LAS RESPUESTAS
Vivimos en un mundo que exige gratificaciones y respuestas instantáneas. Cuando llames a tus amigos o familiares, puedes esperar que te contesten al segundo, o al menos que te devuelvan la llamada tan pronto como reciban tu buzón de voz. Tan pronto como pulses el botón de enviar en un correo electrónico, es posible que quieras que el destinatario lo lea inmediatamente y envíe una respuesta.
Tal impaciencia puede ser una señal de que estás pensando demasiado. ¿La razón por la que esta persona no te ha llamado o enviado un correo electrónico es porque le has ofendido, o no le gustas? Aquí hay otro ejemplo de duda en la mezcla de pensar demasiado.
10. TE ACOSA EL «QUÉ PASARÍA SI…» Y EL «SI SOLO…»
Todos somos culpables de jugar a los «qué pasaría si…» y a los «si sólo…» escenarios. Parte de nuestros cerebros tienen dificultades para dejar ir los arrepentimientos del pasado. Como mucha gente, puede encontrar un inexplicable consuelo en la reescritura de conversaciones y eventos pasados.
11. ESTÁS ATRAPADO EN EL PASADO O EL FUTURO
Alguien comentó una vez que la depresión está rumiando sobre el pasado, mientras que la ansiedad está preocupada por el futuro. Cuando estás atrapado en esta mezcla poco saludable, te estás perdiendo el presente. Tu mente está demasiado ocupada con arrepentimientos y presagios infundados como para no poder disfrutar de lo que está delante de ti ahora.
12. LOS ERRORES SE REPITEN CONSTANTEMENTE EN TU MENTE
Cuando se considera la regla de oro a la inversa, debes tratarte a tí mismo tan bien como a los demás. ¿Un verdadero amigo o un ser querido te echaría constantemente el pasado en cara? Puedes estar saboteando tu autoestima cuando te niegas a dejar ir tus fracasos y errores del pasado.
13. NO DUERMES BIEN POR LA NOCHE
Aparte de los problemas médicos, muchas personas se quejan de que no pueden dormir porque sus cerebros no se lo permiten. ¿Estás agotado por la noche por el constante parloteo en tu cabeza? Tal vez estás repitiendo los eventos del día con pesar, o estás escenificando el día de mañana con pesimismo y ansiedad.
14. TE OBSESIONAS CON COSAS QUE NO PUEDES CONTROLAR
En la querida Oración de la Serenidad, la gente pide la paz para aceptar las cosas que no pueden cambiar, y eso es a menudo difícil. Pensar demasiado en situaciones que están fuera de tu control sólo aumenta tus niveles de ansiedad y frustración.
15. TIENES MIEDO DE DEJAR DE PENSAR
Ser un pensador excesivo te da un falso sentido de responsabilidad por todo. Puedes sentir que si no averiguas cada situación y das tu opinión, entonces nada saldrá bien. Es un alivio cuando te das cuenta de que nadie tiene ese poder, y el mundo no dejará de girar si descansas tu cerebro.
CONSIDERACIONES FINALES SOBRE EL PENSAR DEMASIADO
Existe el concepto de que demasiado es algo bueno, y el pensar es una de ellas. Si te ves en estas señales de advertencia, puede ser el momento de reevaluar tus hábitos de pensamiento. Guarda tu energía cerebral para usarla de una manera más positiva.