Todo lo que hay que saber sobre los ataques de pánico

Todo lo que hay que saber sobre los ataques de pánico

Ataques de pánico: introducción

Un ataque de pánico ocurre debido a una gran ansiedad. Cualquiera puede tener un ataque de pánico, pero también es un síntoma distintivo del trastorno de pánico. Puede provocar latidos rápidos del corazón, respiración acelerada, sudoración, temblores y otros síntomas.

En las personas que no padecen un trastorno de ansiedad, puede producirse un ataque de pánico si un suceso desencadena la ansiedad.

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Un ataque de pánico y un trastorno de pánico pueden afectar a cualquier persona de cualquier origen étnico, pero es más común entre las mujeres que entre los hombres.

Síntomas de los ataques de pánico

Un ataque de pánico a menudo se deriva de un desencadenante directo o un incidente, pero también pueden comenzar de forma repentina y aleatoria sin causa evidente. Se cree que provienen de una respuesta evolutiva al peligro.

Se dice que tener un ataque de pánico es una de las experiencias más intensamente aterradoras, molestas e incómodas en la vida de una persona.

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La Asociación Americana de Psicología (APA), señala que un ataque puede durar sólo 15 segundos, pero los síntomas pueden continuar durante unos 30 minutos o más, y a veces durante horas.

Según la Asociación de Ansiedad y Depresión de América, un ataque de pánico implica al menos cuatro de los siguientes síntomas:

  • Dolor y malestar en el pecho.
  • Escalofríos o sensación de calor inusual.
  • Desrealización, o sentirse desapegado.
  • Mareos o sensación de mareo.
  • Experimentar un fuerte y repentino miedo a morir.
  • Miedo a perder el control o sentir que una persona se está “volviendo loca”.
  • Sensación de ahogo.
  • Palpitaciones cardíacas, latidos irregulares o frecuencia cardíaca rápida.
  • Náuseas y malestar estomacal.
  • Entumecimiento u hormigueo.
  • Temblores.
  • Sudoración.
  • Dificultad para respirar, sensación de asfixia.

Los ataques de pánico también pueden estar asociados con la agorafobia, un miedo a los lugares de los que el individuo considera que son peligrosos, o de los que es difícil escapar. Las personas que han experimentado un ataque de pánico a menudo dicen que después de eso se sintieron atrapados.

A veces los síntomas asociados con un ataque de pánico pueden reflejar otras afecciones médicas. Ejemplos de esto incluyen trastornos pulmonares, afecciones cardíacas o problemas de tiroides.

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A veces una persona puede buscar atención médica de emergencia por un ataque al corazón, pero la ansiedad es la verdadera causa. Los ataques de pánico son altamente tratables y no significan que una persona sea hipocondríaca o enferma mental.

Todo lo que hay que saber sobre los ataques de pánico

¿Qué es el trastorno de pánico?

El trastorno de pánico es una afección médica subyacente, y los ataques de pánico son un síntoma. Según la Asociación de Ansiedad y Depresión de América, se estima que 6 millones de estadounidenses padecen un trastorno de pánico.

Las mujeres son las que más probabilidades tienen de padecer la afección y ésta se produce con mayor frecuencia cuando una persona se encuentra en la edad adulta temprana, entre los 18 y los 25 años.

Esta afección se produce cuando una persona ha experimentado múltiples ataques de pánico y también vive con el temor de tener otro ataque de pánico. Mientras que todo el mundo puede experimentar un ataque de pánico en su vida, aquellos con un trastorno de pánico experimentan ataques recurrentes.

El temor a que puedan sufrir otro ataque puede hacer que se alejen de sus amigos y familiares. Pueden temer salir o entrar en lugares públicos. Un trastorno de pánico puede afectar gravemente a la calidad de vida de una persona y debe ser tratado.

Causas de los ataques de pánico

Los expertos dicen que la ansiedad y el pánico, hasta cierto punto, son una parte necesaria de nuestra supervivencia. Sin embargo, cuando los niveles son tan altos que socavan los procesos de pensamiento normales, una persona naturalmente se asusta.

Cuando el cerebro recibe una oleada de señales nerviosas diseñadas para advertir de un peligro inminente, la amígdala, una parte del cerebro, se activa. La amígdala controla la respuesta de ansiedad de una persona.

La amígdala de algunas personas reacciona con ansiedad cuando no hay un peligro inminente, lo que hace mucho más probable que experimenten una gran ansiedad y ataques de pánico.

Cuando una persona recibe la señal de reaccionar con ansiedad, produce adrenalina, también conocida como epinefrina.

La adrenalina es liberada por las glándulas suprarrenales. Algunas personas llaman a la adrenalina la hormona del “miedo o huida”. La liberación de adrenalina en el sistema puede elevar los latidos del corazón, causar sudoración, revolver el estómago y provocar una respiración irregular. Todas estas son características de un ataque de pánico.

Si no hay un peligro inminente y el sistema está cargado de adrenalina, esa hormona no se utilizará para huir. La acumulación puede causar un ataque de pánico.

Varios factores de riesgo pueden aumentar la probabilidad de que una persona tenga ataques de pánico y trastornos de pánico.

La genética puede desempeñar un papel. Si una persona tiene un familiar cercano, como un padre o un hermano, con trastorno de pánico, es más probable que tenga un ataque de pánico.

Además de los antecedentes familiares, el hecho de experimentar un gran estrés o un cambio de vida puede desencadenar un aumento de la ansiedad y los ataques de pánico.

Los ejemplos incluyen la pérdida reciente de un ser querido o la separación del matrimonio. Tener antecedentes de abuso físico o sexual también puede aumentar la probabilidad de que una persona sufra un trastorno de pánico.

Hábitos como fumar o beber cantidades excesivas de cafeína también son factores de riesgo asociados con el trastorno de pánico.

Los ataques de pánico también pueden ocurrir junto con afecciones como el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Sin embargo, a veces parece que no hay ningún incidente en particular o historial familiar que desencadene un ataque. Pueden ocurrir sin previo aviso.

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Diagnóstico de los ataques de pánico

La APA publica el Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM-5). En el manual se enumeran los criterios para ayudar al médico a diagnosticar los trastornos de salud mental, como la depresión o el trastorno de pánico, y su objetivo es ofrecer una norma para el diagnóstico.

Los criterios para diagnosticar un trastorno de pánico incluyen:

  • Experimentar frecuentes e inesperados ataques de pánico.
  • Tener al menos un mes de miedo continuo a tener un ataque de pánico y sus síntomas acompañantes, como la pérdida de control. Una persona puede cambiar significativamente su comportamiento por miedo a tener un ataque de pánico en público.
  • Tener ataques de pánico que no se pueden atribuir a la toma de ciertos medicamentos o a otro trastorno de salud mental, como la fobia social.

Una persona que tiene estos síntomas es probable que tenga un trastorno de pánico.

Tratamiento de los ataques de pánico

Los tratamientos más comunes para el trastorno de pánico son los medicamentos y las sesiones de psicoterapia.

Conocida como “terapia de conversación”, la psicoterapia consiste en hablar con un profesional de la salud mental autorizado para identificar los posibles factores desencadenantes de un ataque de pánico con el fin de superar los miedos.

Los medicamentos también pueden ayudar a corregir los desequilibrios en los neurotransmisores del cerebro que pueden conducir a una ansiedad grave.

Los ejemplos incluyen:

  • Benzodiacepinas, como alprazolam (Xanax) o clonazepam (Klonopin).
  • Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), como la fluoxetina (Prozac), la paroxetina (Paxil) o la sertralina (Zoloft).
  • Inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN), como el clorhidrato (Effexor XR).

A veces un medicamento funciona para una persona con trastorno de ansiedad, pero no para otra. Una persona siempre debe discutir los posibles beneficios y efectos secundarios.

El médico también puede recetar medicamentos conocidos como betabloqueantes, que evitan que la frecuencia cardíaca de una persona se acelere demasiado y contribuya a aumentar la ansiedad, según el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH).

Prevención de los ataques de pánico

Además de estos tratamientos médicos para el trastorno de pánico, algunos cambios en el estilo de vida pueden ayudar a una persona a reducir la incidencia de los ataques de pánico y el trastorno de pánico.

Los ejemplos incluyen:

  • Evitar sustancias que se sabe contribuyen a los trastornos de pánico, como la cafeína, el tabaco o el uso de drogas recreativas.
  • Dormir lo suficiente cada noche.
  • Unirse a un grupo de apoyo para aquellos que experimentan regularmente ataques de pánico.
  • Tomar medidas para reducir el estrés en la vida, como practicar yoga, respirar profundamente o realizar actividad física regular.
Complicaciones

Si no se trata, un trastorno de pánico puede comenzar a afectar muchos aspectos de la vida de una persona.

Las complicaciones pueden incluir:

  • Abusar del alcohol u otras sustancias como una forma de “escapar” de las preocupaciones de la vida diaria.
  • Desarrollar fobias, como la agorafobia.
  • Experimentar problemas financieros.
  • Mayor riesgo de pensamientos suicidas.
  • Abstenerse de situaciones sociales.
  • Requiere atención médica frecuente debido a problemas de salud.

Buscar tratamiento médico para el trastorno de pánico puede ayudar a prevenir estas complicaciones.

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Fotografía: Małgorzata Tomczak
Fotografía: Victoria Borodinova



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