Qué es un mal hábito alimenticio
Hace muchos años, era una joven dietista que hacía asesoramiento nutricional en un centro local de recreación. Uno de mis clientes era un padre de 40 años que realmente quería perder peso. Paraba en Starbucks todos los días de la semana para comer un pastel, y vaya si pasamos mucho tiempo hablando de eso. ¿Podía conducir por una ruta diferente para no pasar por ahí? ¿Podría llevar una alternativa más saludable (pero aún así deliciosa)? ¿Podría limitar sus viajes a Starbucks a una o dos veces por semana?
Meses más tarde, cuando dejé ese trabajo por otro, seguía parando en Starbucks todos los días. En retrospectiva, desearía poder volver atrás en el tiempo y dejar de insistir en esos croissants. Una carrera diaria de repostería podría clasificarse seguramente como un «hábito alimenticio poco saludable» para alguien que intenta perder peso, pero en su caso, ese ritual diario era importante para él… y él simplemente no quería cambiarlo.
Tengo un hábito similar (no, los dietistas no son perfectos, ¡comedores de libro!). Como patatas fritas cuando hago la cena. Hay algo a las 6 de la tarde que me hace desear algo salado y crujiente. No me como la mitad de la bolsa, sólo un puñado mientras cocino. Mi rutina nocturna de patatas fritas nunca me haría ganar un premio de comida saludable, pero estoy bien con eso.
Eso es lo que tienes que decidir: ¿Es tu hábito algo que realmente quieres romper? Si no lo es, busca una solución añadiendo alimentos saludables a tu día (como una verdura extra en la cena para llenarte) o quitando algo para equilibrarlo (como un postre).
Si quieres dejar el hábito, aquí tienes un plan que te puede ayudar:
1. Haz la conexión
¿Comes trozos de chocolate cuando te quedas despierto hasta tarde para trabajar o ver la televisión? ¿Paras para comprar donuts todos los domingos de camino a casa? ¿Eres propenso a asaltar el armario cuando no has dormido mucho la noche anterior? Averigua el PORQUÉ de tu hábito.
2. Encuentra una alternativa
Eso puede significar tomar una ruta alternativa de regreso a casa o establecer un hábito completamente nuevo, como hacer batidos o huevos revueltos al llegar a casa. Concentrarse en el sueño en lugar de en su hábito alimenticio puede hacer que vuelva a la normalidad. Recuerda que caíste en esos hábitos porque te hacía sentir bien, así que asegúrate de que lo que estés haciendo en su lugar también sea agradable.
3. Busca apoyo
Pídele a tu cónyuge, compañero de trabajo o amigo que te ayude. Las personas que se preocupan por ti querrán que te sientas mejor. ¿Podría tu compañero de trabajo tomar una taza de té contigo por la tarde en lugar de ir juntos a la máquina expendedora? ¿Podríais tú y tu cónyuge ver la televisión en una habitación acogedora (lejos de la cocina) en lugar de la sala de estar para romper el ciclo de los bocadillos o tentempiés?
4. Date tiempo
Los hábitos no son fáciles de romper una vez que se han arraigado, y lleva tiempo crear otros nuevos. Concéntrate en un progreso lento y gradual en lugar de dejarlo de golpe. Y nunca te etiquetes como «débil» o como «sin fuerza de voluntad» si vuelves a caer en los viejos patrones. No se trata de fuerza, sino de encontrar rutinas que sean saludables y factibles para ti a largo plazo.