Es imposible pasar por la vida emocionalmente ileso. Todos hemos sido heridos en algún momento u otro, y no sólo por los enemigos. Incluso aquellos cercanos a nosotros, como un profesor, entrenador, padre, amigo o compañero, pueden infligir un dolor que deja sentimientos duraderos de ira y amargura. Pero si nos quedamos atascados en estos sentimientos, podemos ser los que paguen más caro. Centrarse en la ira y la amargura puede impedirnos disfrutar de lo que es bueno en el presente y a menudo puede llevarnos a sentimientos de depresión, ansiedad y falta de sentido en la vida.
La respuesta al estancamiento es el perdón.
El perdón es un proceso que incluye varios pasos y puede tomar meses, incluso años – y comienza con la elección consciente de cambiar. Pero tomar la decisión de perdonar puede no ser fácil. Después de haber sido herido gravemente, es natural tener fantasías de venganza. Y cuando alguien a quien amas te ha traicionado de manera fundamental, por ejemplo, al tener una aventura a largo plazo, el camino hacia el perdón puede ser especialmente difícil.
Al considerar el perdón, es importante entender que no significa negar, minimizar o justificar el mal que se le ha hecho. El perdón es elegir estar libre del dolor que las acciones te causaron. Así que no dirías: «Perdono a mi padre por haberme abofeteado cuando era niño, porque estaba muy disgustado y no estaba escuchando«, porque eso sería excusar las acciones hirientes de tu padre. En cambio, podrías reconocer que la bofetada del padre es hiriente y humillante, pero continúar diciendo: «Lo perdono, porque no quiero estar enjaulado por mi ira nunca más, y merezco un equilibrio emocional«. El acto que hirió u ofendió no desaparece, pero el perdón puede disminuir su agarre en ti y ayudarte a centrarte en otras partes más positivas de tu vida, trayéndote paz.
Aquí hay algunas pautas para la práctica del perdón. Ten en cuenta que si ha habido una pérdida grave, debe permitirse un período de duelo antes de comenzar el viaje del perdón.
- Fomente pensamientos de perdón dentro de ti mismo, pero no lo fuerces.
- Empieza con cosas pequeñas.
- No esperes resultados «correctos» o «incorrectos».
- Usa la práctica del perdón o la meditación para explorar lo que es posible en el corazón, más allá de nuestras formas habituales de percepción.
- Recuerda que el perdón no excusa, aprueba o justifica las acciones dañinas.
- Recuerda que el perdón no requiere reconciliarse o incluso hablar con la persona que le ha hecho daño.
Algunas personas sienten que es un acto de debilidad perdonar, pero de hecho, requiere mucha fuerza. Toda transformación auténtica implica esfuerzo y volverse hacia lo difícil en lugar de alejarse de lo que es doloroso. El simple hecho de seguir los movimientos del perdón diciendo simplemente «te perdono» puede dejar residuos de resentimiento y de ira. Se requiere un trabajo más profundo.
¿Y la recompensa? Dejar ir los rencores y la amargura puede dar paso a la felicidad, la salud y la paz. El perdón puede conducir a un mayor bienestar emocional y a una mejor salud física: menos ansiedad, estrés y hostilidad; menor presión arterial; menos síntomas de depresión; mejor salud cardíaca y mayor autoestima.
El perdón puede incluso conducir a sentimientos de comprensión, empatía y compasión por el que le ha hecho daño. Una vez más, no se trata de tapar las heridas reales, sino de que cuando dejamos ir el resentimiento hacia los demás, podemos empezar a sanar nuestra relación con el pasado y despejar más espacio en la vida para florecer.