Cuando el sistema inmunitario detecta un virus invasor como el COVID-19, envía un enjambre de anticuerpos para que se adhieran a él, bloqueando su capacidad de adherirse a las células y marcándolo para que sea destruido por otras células.
Ahora, una nueva investigación muestra con sorprendente detalle cómo funciona ese proceso en las personas que se han recuperado con éxito del COVID-19 y ofrece nuevas perspectivas para ayudar a otros.
Hasta ahora, los científicos se han centrado en una parte de la espiga del coronavirus -el dominio de unión al receptor- que el virus utiliza para adherirse y acceder a las células humanas.
Esta parte del coronavirus se adhiere directamente a las células de una persona para infectarlas, y es la parte que los investigadores han convertido en su máxima prioridad para el desarrollo de vacunas y fármacos. Las terapias con anticuerpos monoclonales que se autorizaron el año pasado utilizan esta misma diana.
Ahora, un equipo dirigido por los inmunólogos Gregory Ippolito, y Jason Lavinder, de la Universidad de Texas en Austin, ha examinado más de cerca las muestras de sangre de cuatro personas que se recuperaron de COVID-19 y descubrió que la mayoría de los anticuerpos que sus cuerpos fabricaron para combatir la enfermedad en realidad se dirigían a otras partes de la espiga del coronavirus.
De hecho, hasta el 80% de sus anticuerpos se dirigían a otra zona de la cubierta de la proteína en forma de paraguas, explica Ippolito. Y es esta parte de la proteína de la espiga -llamada dominio N-terminal– la que muta con más frecuencia.
Los cambios en esta región son responsables de muchas de las variantes que preocupan. Estas variantes podrían ser capaces de evitar la detección por parte de algunos de los anticuerpos más comunes de nuestro arsenal defensivo, evadiendo el sistema inmunitario.
Más protección
Pero otro gran grupo de anticuerpos se dirige al tallo de la espiga, llamado subunidad S2. Esto es tranquilizador, informan los científicos, porque se trata de una región que no muta con frecuencia, por lo que si los anticuerpos que reconocen el virus son capaces de neutralizarlo, deberían ofrecer una capa de protección contra cualquier variante.
Todavía no se ha encontrado ningún anticuerpo de unión a S2 que sea fuertemente protector, pero Lavinder dice que si se encuentra alguno, podría desempeñar un papel en la próxima generación de vacunas y refuerzos desarrollados para hacer frente a las variantes. Incluso podría señalar el camino hacia una vacuna que ofrezca protección contra todos los coronavirus, no sólo contra el COVID-19.
«La idea es que, dado que esta región se conserva de forma significativa en todos los coronavirus, podría ser una buena vacuna contra todos los coronavirus«, afirma Ippolito. «Podría ser importante para el diseño estratégico de vacunas en el futuro«.