Como persona que vive con el trastorno bipolar, me he enfrentado a mucho estigma y discriminación, desde ejemplos extremos, como ser despedido de mi trabajo, hasta pequeñas cosas, como que un médico asuma que tengo una discapacidad (cuando nunca la he tenido).
La gente tiende a hacer suposiciones generales sobre mi vida basadas en muchos estereotipos falsos que rodean al trastorno bipolar y a aquellos de nosotros que vivimos con él. La gente cree que no podemos trabajar, que no podemos tener relaciones estables y que debemos vivir de nuestros padres, entre otras cosas.
Estos conceptos erróneos duelen, y pueden desgastar lentamente la autoestima y la confianza de alguien.
Por ejemplo, estoy felizmente casado, soy dueño de mi propia casa, conduzco un bonito vehículo, tengo un adorable cachorro llamado Peppy y me encanta mi televisor de 75 pulgadas. Cuando las personas comienzan a darse cuenta de que no soy la versión de alguien que vive con el trastorno bipolar que tienen en mente, se sorprenden y no parece que encaje en su mente.
En lugar de tomar mi vida al pie de la letra, como lo harían con cualquier otra persona, intentan hacer que los hechos innegables que tienen delante encajen dentro de sus estereotipos de cómo es una persona con bipolaridad.
Primero, empiezan a preguntarse si estoy endeudado hasta arriba o si vengo de una familia rica. No estoy endeudado – evito las deudas como la peste y ni siquiera tengo un préstamo para el coche – y, aunque mi familia está cómoda, mi padre, jubilado y camionero, no van a aparecer en un episodio «Ricos y famosos«.
Luego, cuando se enteran de que mi esposa tiene un buen trabajo, hay un momento «a-ha» en la mente de la gente. Saben que trabajo en la defensa de la salud mental, así que asumen que mi trabajo es una especie de «programa de trabajo» para personas con enfermedades mentales, en lugar de una carrera duramente ganada en la que estoy bastante realizado. La gente también asume que mi esposa gana todo el dinero, y que yo me aprovecho de su éxito.
He soportado comentarios como: «desearía que mi hijo/hija se casara con alguien con un ingreso estable como la esposa de Gabe«. No quiero faltarle el respeto a mi esposa cuando digo esto, pero, de hecho, yo gano más dinero que ella, y nuestros logros se comparten por igual. Ambos tenemos éxito. Logramos juntos y compartimos por igual lo que conseguimos de mi éxito y el de ella. Hacer que mis contribuciones sean eliminadas basándose únicamente en el conocimiento de mi enfermedad es un golpe devastador. Que sea injustificado y falso lo empeora todo.
Desearía que la gente se detuviera y considerara por qué se siente obligada a forzar a las personas con desorden bipolar a encajar en una caja específica. Es una tontería, si te detienes a pensarlo. ¿Piensan lo mismo de cada persona con cualquier enfermedad?
Todos tenemos diferentes niveles de habilidades, inteligencia y sistemas de valores. Aunque todos los que vivimos con trastorno bipolar tenemos nuestra enfermedad en común, ahí es donde realmente terminan las similitudes. Trátenos como a todos los demás, porque somos como todos los demás.
Gabe Howard es un escritor galardonado, defensor de la salud mental y orador muy solicitado.
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