«Ser una persona positiva no significa que no tengas sentimientos negativos. Significa que tienes fe en tu capacidad para superar las situaciones difíciles, esperanza en días mejores y la voluntad de ver más allá del drama» ~ Leticia Rae.
¿Alguna vez has sido un fanático de la limpieza? Si te sientes así, quizá quieras leer esto.
Me encanta limpiar y puedo hacerlo como una loca, sobre todo cuando me siento especialmente decaída o inquieta. Supongo que lo hago porque me hace sentir bien, limpia, controlada y ordenada; casi parece que estoy clasificando y limpiando los sentimientos negativos que quiero purgar, limpiar y dar sentido.
Hay algo en la limpieza del desorden que es terapéutico, y por eso siempre ha sido mi reacción por defecto.
Mucho más tarde, me di cuenta de que también me lleva al agobio. No es de extrañar, porque las cosas que amamos evocan sentimientos tanto positivos como negativos, y cuando lo hacemos en exceso, puede provocar resentimiento e ira.
«Sostengo esto como una regla de vida: ‘Demasiado de cualquier cosa es malo’«~ Terrence.
Aunque lo disfruto, me siento poco apreciada cuando la carga de la limpieza recae sólo sobre mí o cuando limpio después de todo el mundo. También me cuesta porque a algunas personas les parece bien ser desordenadas mientras que a mí me hace sentir desorientada, no lo suficientemente buena y fuera de control.
Entonces, ¿cómo evitar que el amor se convierta en odio o molestia o resentimiento e irritación?
Aquí me resulta útil la «Ley de la curva de oferta que se dobla hacia atrás» que aprendí en Economía. La ley, en términos sencillos, significa que cuando los salarios aumentan, la gente trabaja más para beneficiarse del aumento de los ingresos.
Pero cuando aumenta demasiado, la gente no trabaja más por cumplir con su nivel de ingresos y, en cambio, quiere utilizar su tiempo para maximizar el ocio.
De esa ley aprendí que todo tiene un límite.
Utilizando la ley en su contexto, me di cuenta de que hacemos más cosas mientras nos beneficiemos positivamente de una tarea concreta. Pero a partir de cierto punto, una cantidad excesiva de ella hace que su utilidad disminuya, y es imprescindible hacer otras cosas.
Si no lo hacemos, corremos el riesgo de que se convierta en algo negativo porque la pendiente se vuelve hacia atrás. Aquí están los ocho pasos que he encontrado que ayudan a corregir esto.
8 pasos cruciales para ayudarte a controlar los sentimientos negativos:
1. Entiende en qué parte de la curva te encuentras
Es crucial saber en qué parte de la curva nos encontramos. ¿Estamos inclinándonos hacia arriba y sintiéndonos positivos, o nuestra pendiente se está doblando hacia atrás?
¿Estamos haciendo demasiado de lo que nos gusta?
2. Pausa
Si hacemos cosas en exceso, acabamos dejando de lado otras cosas, lo que nos hace estar resentidos y enfadados. Tomarse el tiempo de hacer una pausa nos da un respiro de la situación y nos obliga a mirarla de otra manera.
3. ¿Qué te gustaría hacer en su lugar?
Después de hacer una pausa y tomar un descanso, es útil preguntarse: ¿Qué preferirías hacer? Cuando obtengamos la respuesta, dedica tiempo a hacer las otras cosas que te gustan.
4. Investiga qué es lo que impulsa tu comportamiento
Es importante saber qué es lo que te impulsa a limpiar: ¿es el miedo o es el amor? ¿Limpias porque no soportas ver el desorden y el miedo o porque te gusta y disfrutas de la experiencia? ¿Hay algo más en juego?
5. Introspección: Profundiza
Si el miedo es el motor del espectáculo, es hora de introspeccionar a qué le tienes miedo. Muchos de nosotros tenemos miedo de lo que la gente pueda pensar de nosotros si somos desordenados. Tememos que piensen que somos sucios, desordenados y que estamos fuera de control y, por lo tanto, no queremos asociarnos con esos sentimientos/atributos.
6. Escuchar a la razón
El siguiente paso es escuchar a la razón.
Cuando lo hacemos, nos damos cuenta de que algunos de nuestros miedos no tienen fundamento. Todo está en nuestra cabeza. Cuando empecé a escuchar a la razón, me di cuenta de que no me importa que la gente piense mal de mí. No podemos dejar que la percepción que los demás tienen de nosotros nos retenga.
Es esencial vivir la vida en nuestros términos y hacer las cosas que nos enriquecen y nos hacen felices en lugar de dejar que las opiniones controlen nuestra vida.
7. Desafíate a ti mismo
Si quieres profundizar, desafíate a ti mismo introduciendo pequeñas dosis de «desorden» en tu vida. Intenta descansar conscientemente o tal vez obligarte a no limpiar durante un rato. Observa los pensamientos y sentimientos que te invaden. Todos los pensamientos negativos, los miedos y las ansiedades salen a la superficie.
Es importante que los sientas, que los asumas como propios. Como sociedad, hemos hecho un buen trabajo etiquetando todos nuestros sentimientos y emociones negativas. Es hora de permitir trozos en nuestra vida sin dejar que nos consuman.
8. Enriquézcase haciendo otras cosas que le gusten
Cuando todos esos sentimientos negativos salen a la superficie, hacer las cosas que te gustan puede ayudarte a sentirte seguro y con los pies en la tierra. Evita que la situación te consuma. En estos casos, haz algunas de las otras cosas que amas como, leer, escribir, dar un pequeño paseo, darte una prioridad o darte un respiro durante el agobio para tener perspectiva.
Para concluir, la mayoría de las cosas que amamos tienen sentimientos favorables y desfavorables asociados a ellas. Lo importante es asegurarse de que sabemos el punto para parar y hacer una pausa y no dejar que nos abrume. Hacer las otras cosas que amamos puede ayudar a darnos.
Al ser conscientes de nuestro punto de inflexión, no corremos el riesgo de ser excesivos, obsesivos, quemados o arrastrados. Es una forma sutil de establecer un límite con uno mismo.
Gerard Manley Hopkins dijo:
«Tus límites personales protegen el núcleo interno de tu identidad y tu derecho a elegir«.
Empieza a hacerlo incluso con las cosas que te gustan, porque si no acabará descendiendo causando todo tipo de sentimientos negativos.