Atención plena: introducción
¿Alguna vez te cansas de estar en tu cabeza? Yo sé que sí. La mayoría de nosotros pasamos nuestras vidas perdidos en nuestros pensamientos, que rara vez son sobre lo que realmente está sucediendo en ese momento. Nuestras mentes están enfocadas en otro lugar y tiempo mientras nos preocupamos por el futuro y rumiamos sobre el pasado.
Podemos estar caminando afuera pensando en lo que debemos hacer para la cena, o si la persona que no ha respondido nuestro mensaje de WhatsApp está enfadada con nosotros, o qué pasa si nuestros planes para mañana se ven afectados por la lluvia. Mientras tanto, apenas notamos la impresionante luz de la tarde, la sensación de nuestros pies en la tierra, el calor del sol en nuestras espaldas.
Puede ser un gran alivio encontrar momentos de quietud mental, cuando los pensamientos se desvanecen en el fondo y nos quedamos con una conexión más cercana a lo que realmente está pasando. Esa es la idea de la atención plena, al contrario de lo que sugiere el nombre, se trata de salir de nuestras cabezas.
La atención plena a menudo evoca imágenes de una persona sentada con las piernas cruzadas y meditando, ya que la meditación es una de las prácticas de atención plena más comunes. Pero el objetivo de la conciencia plena no es ser realmente bueno meditando; si no experimentar verdaderamente esta vida.
En realidad es la cosa más simple del mundo. Todo lo que tenemos que hacer es abrir nuestra conciencia a nuestra experiencia presente. ¿Qué es lo que vemos? ¿Qué escuchamos? ¿Qué sensaciones físicas notamos? No tenemos que crear una historia alrededor de estas experiencias, podemos simplemente asimilarlas, sin palabras, sin el filtro limitante del lenguaje.
Si quieres practicar la atención plena, ayuda tener señales a lo largo del día que te recuerden tu intención. Elige cualquiera que te sirva; aquí tienes cinco para empezar.
- Esperando en la fila. Tu primera reacción cuando tienes que esperar, como en el supermercado, es hacer algo: sacar el teléfono, hacer una lista de tareas mentales, hojear una revista. Pero las esperas forzadas son una buena oportunidad para asimilar lo que te rodea.
- Sentado en un semáforo en rojo. De manera similar, estar detenido en un semáforo en rojo te ofrece unos momentos para simplemente estar. Siente el asiento debajo de ti, tus manos en el volante. Observa el cielo. Siente la respiración mientras tu caja torácica se expande y se contrae.
- Lavándote las manos. Hay mucho a lo que prestar atención mientras te lavas simplemente las manos: la sensación del agua al pasar sobre tus manos, el calor o el frío del agua, el sonido del grifo, la sensación de tus pies en el suelo, las sensaciones en tus manos al moverse unas sobre otras.
- Antes de comer. Al sentarse para comer, acomódate mientras respiras tres veces lentamente. Con la primera, libera cualquier tensión que tengas en tu cuerpo. Con la segunda, mira a cada persona que comparte la comida contigo. Con la tercera, percibe los colores, formas y texturas de la comida que tienes delante. Intenta estar presente mientras disfrutas de tu comida.
- Al ir a dormir. Cuando te acuestes, siente tu cuerpo hundirse en el colchón, el peso de tu cabeza en la almohada. Toma en cuenta cualquier sonido de la casa. Notea la subida y bajada de tu manta con cada respiración.
Notarás que ninguno de estos ejercicios implica tratar de «detener tus pensamientos». ¡Van a estar ahí, quieras o no! En lugar de hacer que los pensamientos sean el enemigo, déjalos ir y venir mientras diriges tu atención a otro lugar.
Hay maneras ilimitadas de practicar la atención plena, y ninguna de ellas requiere sentarse en un cojín de meditación o tomarse un tiempo de tu día. Puedes simplemente entrar en tu experiencia, sea cual sea. Puedes empezar ahora mismo, en este mismo momento. Bienvenido a tu vida.